Despertar espiritual anal.

 Despertar espiritual anal.  —Cristina, si no dejas de deprimirte, voy a detener este auto y te patearé contra la banqueta.  Estela me lanzó una mirada que no podía ignorar, y su tono de voz no era precisamente el de una broma. Sabía que ella era capaz de hacerlo, era el tipo de chica que no se andaba con jueguecitos. Y justo ahí estaba el problema, ¿cómo podía superar la ruptura con Beto si ni siquiera podía superar mi propia tristeza? —Lo siento, Estela, realmente no estoy de buen humor. Traté de sonreír, pero no pude evitar que me saltaran las lágrimas. ¿Cómo podía ser tan cruel el destino? Un mes atrás, Beto me había dicho que me amaba, que nunca me dejaría ir, y ahora, aquí estaba, en el asiento de un auto con Estela, tratando de no llorar en un momento en que me sentía más sola que nunca. —Uf, tienes que superarlo.  Estela miró su propio reflejo en el espejo retrovisor, asegurándose de que su cabello rubio seguía teniendo los rizos perfectos.  —Al romper con Beto es lo mejor que

La Primera vez


La Primera vez



Recordar en volver a vivir. Los recuerdos de tu primer orgasmo provocan otro de mayor intensidad en tus oficina.



Estas sola en la oficina, ser licenciada y jefa de una notaria de la Ciudad de México, tiene sus ventajas, pero también sus responsabilidades. No saliste a comer, te quedaste a terminar de revisar los testamentos, mientras le das mordidas a tu emparedado frío.


La primera vez


El resto de los empleados ya llevan media hora afuera, faltan treinta minutos para que regresen. Estas cansada y fastidiada, decides mirar un rato el Facebook, solo un momento en tu celular.


Miras fotos de amigos con sus mascotas, un video de unos ancianos bailando salsa, los “memes” del momento sobre el político de moda, anuncios sobre conferencias, chistes, dibujos y mas fotos de amigos. Hasta que te detienes en la foto de una estudiante anunciando lo feliz que está con su novio.

Te llama la atención como están abrazados, sobre todo el detalle de que el chico tiene pegado su cadera al cuerpo de ella; en la siguiente foto están abrazados de frente, te das cuenta de una situación en particular, haces zoom sobre la entrepierna del chico para comprobar tu observación: esta abultada, muy abultada.

Tu cuerpo reacciona ante esa foto, una dulce calidez empieza a surgir de tu entrepierna.
Dejas el celular sobre el escritorio, te echas hacia atrás, y sonriendo comienzas a recordar tu primera salida con tu primer novio, ¿se llamaba…? ¿se llamaba…? ¡Gustavo! Si, ese era su nombre.

En ese tiempo toda tu experiencia sexual eran las pláticas secretas con tus amigas, en mirar fotos de hombres con el torso desnudo a escondidas de tus padres, también haber visto películas clasificación C prohibidas para tu edad, y también una que otra revista con fotos de parejas en posiciones sexuales que llevaban a tu escuela a escondidas.

Tú imaginación siempre ha sido muy vivaz, recordar tu primera experiencia sexual estimula todo tu ser. Estas sola, necesitas relajarte, eres la jefa, te mereces unos minutos de relax. ¿Por qué no?

Te quitas el saco para esta cómoda y desabrochas los primeros botones de tu blusa.

Comienzas a revivir aquella vez en que Gustavo te invito al cine, una tarde de verano; estrenabas tu minifalda de mezclilla junto con una blusa de hombros descubiertos.

Durante el trayecto al cine hablabas y hablabas para ocultar tu ansiedad. Ya adentro, se sentaron hasta atrás, lejos de las demás personas.

En tu oficina escuchas el tic tac del reloj de pared. Desabrochas por completo la blusa, cierras tus ojos mientras acaricias con un dedo tu ombligo, te dejas llevar por el candente cosquilleo que recorre tu hermoso cuerpo.

No recuerdas que pelicula era, solo que a la mitad Gustavo, de un modo torpe, paso el brazo sobre el asiento por detrás de ti, te quedaste helada. Pero, discretamente te echaste hacia atrás, sentiste que su mano se acercaba más a tu hombro y reposando sobre tu piel desnuda, una ola de placer comenzó a expandirse por cada terminación nerviosa de tu sensible cuerpo.

El tráfico afuera es intenso. Solo faltan quince minutos para que lleguen tus compañeros... ¿Continuamos recordando o terminas? Quince minutos es una eternidad, el tráfico los puede detener... Decides continuar hasta el final.

Ahora te quitas la blusa, la dejas a un lado, te echas hacia atrás, subes las piernas al escritorio, tocas tus caderas y sonríes al recordar como Gustavo actuaba como si nada, mientras mirabas la pantalla.
La primera vez


Al cabo de un rato te acerco mas a el, y no opusiste resistencia. Sus ojos hambrientos de sexo, buscaron los tuyos, sentiste escalofríos por todas partes. Luego se inclino y te beso. Los latidos de tu corazón comenzaron a ser más intensos, llegaste a pensar que se saldrían de tu pecho.
Sin embargo, Gustavo no continuo y pareció concentrarse en la película, por tu parte apoyaste tu cabeza sobre su hombro embriagada de nuevos placeres.

Unos folder con oficios caen del escritorio empujados por tus pies. Te vuelves a acomodar sobre la silla, te quitas los zapatos y tambien el pantalon porque la temperatura de tu esbelto y bello cuerpo es muy alta y necesitas enfriarte. Quedas repantingada solo vestida con tus tobimedias, pantaletas y brasier.

Tocas tu entrepierna buscando tu punto de placer, para estimularlo con los recuerdos de Gustavo abrazandote en el cine. 

Sigues recordando como él seguía mirando la película cuando de repente sentiste que sus dedos se acercaban hacia el centro de tu blusa, entrando lentamente hasta tocar tu brasier, lo levantó dejando tus pechos desnudos. Te quedaste inmóvil y experimentando nuevas y placenteras sensaciones.
Luego sus otra mano acarició uno de tus senos, tiraba suavemente de tu pezón y dejaba caer varias veces. Después pasó la mano a tu otro seno y comenzó realizar lo mismo. Tu respiración era más fuerte, ya nos estabas inmóvil, temblabas por el fuego abrazador que se esparció por todo tu ser.

Los rechinidos de tu silla hacen que abras los ojos, miras al piso y esta tu brasier sobre el cajón abierto ¿Cuándo te lo quitaste? Los recuerdos son tan vívidos y el placer tan intenso en donde estas. Los pezones están erectos, suspiros de placer salen de tu boca, las pantaletas están húmedas; ya solo faltan unos minutos para que lleguen, no necesitas más para terminar.

Decides subir de nuevo las piernas al escritorio, buscando tener un orgasmo intenso. 

Como el que tuviste en manos de Gustavo. Casi sin moverse y sin dejar de mirar la pantalla, coloco una mano sobre tu muslo, como si fuera un accidente.

Muy pronto sentiste que su mano se desplazaba bajo tu falda. A pesar de que sabías a donde iba, separaste las piernas, permitiendo que sus dedos llegaron hasta el borde de tus pantaletas. Sus dedos jugueteaban sobre tu vagina por fuera de las bragas y te echaste mas atras en tu asiento, suspirando de placer. Gustavo besa tu cuello, dió un pequeño lametón sobre tu clavícula, después sentiste su lengua posar sobre tu pezón y olvidaste todo hundiendote en las arenas movedizas de la lujuria.

El reloj dio las campanadas de cada hora, terminó la hora de comer y en cualquier momento llegaran tus compañeros. Pero tu ya no puedes parar.

Corres a la puerta de tu oficina para cerrarla con seguro. Te quedas recargada en la puerta, acariciando tus senos, tus nalgas, tu clítoris. Te quitas las pantaletas aventandolas por ahí.

Vuelves a sentarte en tu lugar, necesitas terminar; entonces tus caricias son más intensas sobre tu vulva. 

Como los toques de Gustavo cuando metió un dedo por debajo de tus bragas y empezó a sobar tu suave y mullido vello púbico.
La primera vez


En un momento todos sus dedos se unieron al primero y tuviste que controlar tus gritos cuando, estirando con fuerzas las bragas, sus dedos ascendían y descendían por tu montículo. Cerraste los ojos, te parecía estar flotando, la lengua de Gustavo pasaba de un pezón a otro provocando descargas eléctricas en tu sistema nervioso, tú respiración era agitada, un rico sudor cubría tu cuerpo, la humedad de tu sexo aumentaba sin control.

Los diálogos y la música de la película pasaron a ser un sordo sonsonete sin sentido, la visión se te nublo, tus labios estaban húmedos y entreabiertos, y con la espalda arqueada tus manos se aferraban al asiento.

Ya no pudiste soportarlo más. Con la respiración acelerada, la garganta explotó dejando salir todos tus jadeos contenidos, sobrepasando el sonido de la película como un torbellino. Tus piernas se tensaron, lo mismo tu vientre; dejaste caer tu cabeza hacia atrás, dejando que los espasmos de lujuria recorrieran todo tu cuerpo.

Suena el teléfono de la oficina.

No contestas por que no puedes parar, recordar tu primer orgasmo provocó en ti una descarga eléctrica. Afuera ya se oyen ruidos de personas que llegan, mientras tu estas desnuda en tu escritorio masturbandote.

Hay ruidos de sillas moviéndose.

Aprietas con fuerza tus labios, no puedes darte el lujo de gritar, pero estas excitada y anhelante, ardiendo de placer. Unas cuantas caricias más y explotaras. Con una mano atormentas tus pezones con caricias fuertes, sin pausa, pasando de uno a otro.

Más ruidos afuera, aumenta el volúmen de los murmullos.

La otra mano la bajas veloz hasta el pubis, frotas el clítoris, después tus dedos penetran la vagina y con la palma presionas la vulva.

Escuchas las voces de tus compañeros de oficina.

Tu respiración está acelerada, el estómago contraído, las piernas temblorosas golpetean el escritorio. No puedes evitar cerrar los ojos, estás a punto de perder el control sobre tu boca, tu clítoris clama por más.

Al parecer ya todos llegaron, de un momento a otro entraran a pedirte instrucciones.

Los latidos de tu corazón son fuertes e intensos, tus propias caricias lanzan relámpagos de placer a tu cerebro, volviendote loca. Ya nada importa, tu cuerpo está consumido por las llamas incontrolables de placer animal.

Hay voces cerca de tu puerta.

Elevas las caderas y arqueas aún más la espalda, las piernas te tiemblan de tal forma que lanzas tus zapatos al aire. Entonces, estallas de placer. Muerdes un puño ahogando tus gritos, porque de otra manera te escucharán en todo el edificio.

Alcanzas a escuchar música afuera, ya están trabajando, de un momento a otro entraran.

Todavía temblando y con la respiración entrecortada, te levantas para agarrar un pañuelo desechable para limpiar los fluidos corporales en tu mano. Solo tienes puestas las tobimedias, entonces buscas tu ropa por toda la oficina, vez que la blusa y el saco están en la silla, los pantalones están abajo del escritorio, pero no encuentras ni el brasier, ni los zapatos y tampoco las pantaletas. En una hora tienes una junta, no puedes ir vestida así, o mejor dicho desvestida, o tal vez...

Te quedas en medio de tu oficina fantaseando sobre ir solo con tus tobimedias a la junta, entonces escuchas pasos y voces que se dirigen a tu oficina, volteas a ver la puerta, dándote cuenta que no tiene el seguro que según habías puesto. En cualquier momento podrían haber entrado y…

Corres hacia el escritorio, te colocas la blusa abrochando uno o dos botones, te pones el saco a toda prisa cerrandolo. Y cuando estas a punto de vestirte los pantalones entra uno de tus ayudantes con papeles en la mano.

Metes el pantalón en uno de los cajones, ahí está el brasier. Te sientas de tal manera que el escritorio cubre tu desnudez de la cintura hacia abajo.

Mientras tu empleado habla de un determinado contrato, observas que tus pantaletas están arriba del archivero, colgadas, como mudo testigo de tu arranque pasional.

Tu ayudante se percata de tu cara de sorpresa, te mira extrañado porque estás despeinada y tienes el saco mal arreglado.

Balbuceas que te quedaste dormida sobre el escritorio, él ríe y dice comprender. Al momento de retirarse, se agacha y recoge uno de tus zapatos, mira a un lado y a otro encontrando el otro zapato. Te los entrega mientras bromea si tuviste pesadillas. Solo afirmas con la cabeza y el rostro sonrojado.

Cuando sale, se detiene por un instante frente a donde esta el archivero, contienes la respiración. Pero el sigue adelante, sale y cierra la puerta con seguro.

¿Se dió cuenta? Tal vez, pero se portó como un caballero. Merece un premio.

Terminas de vestirte, arreglas tu cabello y te preparas para la junta. No necesitas mucho maquillaje, hay un agradable color en tus mejillas y tus ojos tienen un brillo de felicidad.

Con tus pensamientos das gracias a Gustavo por tan agradables recuerdos. Esa cita fue la primera de muchas, pero ya tendrás tiempo para recordar, esperando que en la próxima si puedes gritar hasta que tus pulmones se queden sin aire.
love


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