Regalo del cielo
Existen
personas que son verdaderos regalos del cielo, regalos provocadores
para nuestro placer.
Todos
andamos medio babosos con usted señora, a sus cuarenta y tantos
años nos hace disfrutar de su cuerpo de escándalo. Estoy seguro que
todos los jóvenes en la iglesia pensamos lo mismo: esas tetas están
hechas para el placer, son un regalo del cielo.
Eres una mujer
alta, en comparación con las otras señoras, tienes una preciosa
cara afilada con unos ojos muy suaves que hipnotizan, unos labios
finos de una ternura descomunal, una piel tostada por el sol, y unas
generosas curvas de lascivos movimientos que llaman a la revolución.
Tu ropa de
prestigio resalta todo aquello que pretenden ocultar: unos pechos
llamativos por su perfección, generosos y apetecibles; un culo
jacarandoso del que no podemos apartar los ojos. Y una entrepierna
perfecta, remarcada por tu pantalón de mezclilla.
Siempre
llego temprano a la iglesia para verte llegar, caminas lentamente con
elegancia, con tu cabello recogido hacia
atrás dando a tus pechos un protagonismo estelar. Quiero abrazarte,
perderme en tu aroma, en tu tacto, en tu calidez.
Al
finalizar el servicio, cuando te levantas de la banca, momento en que
dejas a la vista tus atributos, tus suculentas nalgas resaltadas por
esos pantalones de mezclilla sin bolsillos. Y siempre hay varios
jóvenes
ocultando su entrepierna con los himnarios, apenas ocultando el deseo
de desnudarte, acariciar tu cuerpo, lamer la dulce piel de tus
nalgas, penetrar con la lengua tu húmedo interior e incitarte a
gritar de placer. Eres la mujer más
hermosa, interesante, atractiva y un poco puta que hemos visto.
En
casa, a solas, te imagino besando mis labios, deslizando tus manos
por mi pecho y buscando con tu lengua mi cuello. En un instante, mi
erección se abre paso en mis pantalones de mezclilla, mi cuerpo se
eriza al sentir por un instante que estás
allí
conmigo.
Tengo una imaginación muy grande.
Y
en un momento bajas mi bragueta e introduces tu mano lentamente en
mis pantalones. Lo reconozco eres tremenda, esos pantalones ajustados
resaltan tus poderosas caderas y sus
bien formados muslos,y esos zapatos de tacón alto perfilan aún más
tus piernas. Esa blusa sin mangas invita a verte desnuda.
En
mi mente, te quitas los pantalones dejando al descubierto unas
piernas y un culo perfecto. Aunque los he visto miles de veces,
siempre se antojan nuevos y mucho más
atractivos.
Te dejas meter mano
por todas partes, emitiendo leves jadeos que consiguen endurecer mas
mi pene, atreviéndome a ir mas y mas lejos.
Con
maestría te desabrocho
la blusa y, tras una breve sacudida, emergen unos pechos grandes y
bien puestos, cubiertos por un delicado sujetador negro que resaltan
de manera brillante tu perfecta naturaleza.
Toda
mi imaginación está
llena de tu cuerpo impresionante, demoledor, de unas curvas
perfectas. No quiero que termine, deseo disfrutar cada una de tus
curvas, cada centímetro de piel, escuchar tu dulce voz, sentir tus
manos en todo mi ser por puro vicio. Un escalofrío recorre todo mi
cuerpo, estoy a punto de reventar.
Entonces
te
pones
de pie, y comienzas poco a poco a bajarte las braguitas casi sin
doblar las piernas, las bajas hasta llegar al suelo. La imagen de tu
precioso sexo entre tus nalgas brillantes es una de las más
excitantes que he tenido en mi mente.
Como es mi fantasía, repito la escena
varias veces en cámara lenta, poco a poco, sin prisas. Me entrego
totalmente a mi imaginación, mi cuarto se borra, los ruidos de la
casa desaparecen,
gotas de sudor resbalan por mi frente, aprieto mis nalgas para sentir
mayor placer. Debo contenerme para continuar con mi fantasía.
Continuando
con tu striptease, doblas tus brazos por detrás de la espalda y te
desabrochas
el sujetador. Te lo quitas y lo dejas caer suavemente.
Cuando
quedas completamente desnuda, realizas un giro completo sobre ti
misma, como enseñando la mercancía a un posible comprador. De mi
pene sale un liquido anunciando que de un momento a otro tendré
un explosivo orgasmo.
Te
sitúas encima de mí,
colocando tus manos sobre mi pecho, levantas tus caderas acogiendo
con tu sexo mi verga totalmente erguida como poste de teléfono.
Comienzas a mover
tus caderas, en ningún
momento pierdes tu porte, es impresionante la elasticidad de tu
cuerpo y como te acomodas al mio.
Así
continuas por un par de minutos, con ese ritmo endiablado de tus
caderas, pero sin perder en ningún
momento ese estilo tan elegante que te caracteriza. Con mis ojos
cerrados veo tu cara de ángel disfrutando del momento, y tus
generosos pechos se bambolean tanto de un lado a otro, de arriba a
abajo, y cada vez más y más aprisa con cada empujón que oleadas
tras oleada de placer atraviesan
mi cuerpo, tanto, que mi erección explota con toda su fuerza. El
orgasmo fue repentino y violento, di un grito inarticulado, quede
rígido
después de expulsar todo mi semen.
Estoy
feliz, contento, agradecido por conocerte y verte cada domingo, estoy
seguro que también disfrutas nuestra lascivas
miradas, haciéndote
sentir como un tesoro muy deseado. Tal vez algún día mis deseos
sean una excitante realidad.
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